Si en la Ilustración brillaba la luz, en el Romanticismo nos abruman las tinieblas. Bajo el nombre de "Romanticismo" se esconde un grito desgarrador de libertad. Después de la caída de Napoleón, el Romanticismo, es una vía de escape para las jóvenes generaciones que aspiran a encarnar los principios revolucionarios.
El Romanticismo puede entenderse como la "primera vanguardia en la Historia del Arte", se inaugura la entrada en una nueva época, la nuestra:
- El arte deja de regirse por la doctrina del Clasicismo.
- El objetivo principal del arte no es la belleza, sino la expresión y sentimientos que pueden abrir horizontes mucho más amplios.
- Emerge un deseo de que aparezca lo nuevo, insólito, oculto, reprimido, en una palabra, lo sublime, lo que está más allá del límite. Esta ansiedad provoca mucho más placer estético que la belleza.
- Prima la subjetividad en detrimento de lo objetivo. Por medio del arte se intenta expresar el mundo interior del artista, aunque para ello haya que recurrir a mundos oscuros, penumbras o sueños.
- Cobra importancia el tema de la magnitud. Se siente el mundo como algo inabarcable a lo que el hombre es incapaz de llegar. Esto genera un sentimiento de inferioridad y una angustia ante las fuerzas incontrolables de la Naturaleza.
- Impera la Historia Nacional. En el Romanticismo se alza el orgullo de las lenguas locales, las raíces profundas de los pueblos natales. Se buscan los orígenes remotos de lo primigenio.
- Amor a la Edad Media y sus valores: ruralización, feudalismo y por lo general, todo aquello que rechazaba el racionalismo ilustrado.
- Hay un vivencia profunda de la religión.
- Se impone el gusto por lo exótico. Se valora lo distinto, de ahí que la mirada se fije profundamente en mundos orientales.
E. Delacroix, La Libertad guiando al pueblo,1830,
óleo sobre lienzo, 260 x 325 cm, Museo del Louvre, París.
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